domingo, 30 de diciembre de 2012

Leyendas Jamás Contadas


En un tiempo muy lejano, en un lugar muy cercano, vivía una Elfa... sus cabellos eran oscuros pero refulgían bajo la luz de las estrellas, unas estrellas que contaban menos años que ella dado que cuando atisbó por primera vez el Cielo, éstas no se habían aún formado. Su Mundo era oscuro, no contaba con un Sol o una Luna para embellecer su Naturaleza, perennemente en la penumbra a su raza no le quedó otra opción que evolucionar hasta tener unos ojos grandes y penetrantes, capaces de vislumbrar cada recóndito rincón de su entorno.

Seguramente estaréis intrigados por saber qué le pasó a esta doncella... tranquilos, no hablaré de príncipes enamorados portadores de espadas forjadas con metal sacado de un meteorito, no relataré nada sobre su triste y vacía vida en la torre de un castillo presa de un dragón, este cuento no versa sobre la solitaria vida inmortal y sus consecuencias... la Elfa no estaba sola, pero seguramente llegaría a estarlo con el tiempo.

Presa de la locura provocada por la muerte de su padre durante una trivial batalla, esta dama se había convertido en una asesina profesional de renombre; de todas partes era requerida por ricos nobles que pagaban a golpe de lingote para librarse de sus enemigos, de caballeros sin honor que la contrataban para acabar con sus rivales la noche antes de un duelo, de plebeyos que reunían el dinero suficiente entre todos como para costearse la eliminación de su villano... la sed de sangre era tal que a veces no necesitaba ni un pago por sus servicios, la simple satisfacción de un trabajo bien hecho era suficiente.

Por supuesto, y como seguramente habréis deducido, su número de enemigos crecía exponencialmente tras cada encargo, y cada vez eran más los que deseaban su exterminio, pero ninguno tenía el valor suficiente como para osar enfrentarse a ella, ni siquiera en grupo eran capaces de superar su pericia y destreza... ni siquiera otros asesinos profesionales, tentados por grandes sumas, acertaban con terminar con su vida, y solían pagarlo con la propia (menos competencia).

En cierta ocasión, mientras buscaba a un ladrón de joyas por encargo de un alcaide, se las tuvo con toda su banda, y tras acabar con todos con relativa facilidad, encontró al ladrón escondido entre unas cabañas destartaladas en el lindero de un río, desenmascarándole contempló con cierta sorpresa que era poco más que un niño de 1.500 años... dudó unos instantes mientras él clavaba su mirada atemorizada en el filo de su hoja, en su rostro apareció el atisbo de lo que prometía ser una especie de sonrisa y hendió en lo más profundo de su asustado corazón hasta que el fluido vital impregnó una vez más sus pálidas manos.

Sin remordimientos, sin embargo, decidió que por esta vez el alcaide no llegaría a entregarle la recompensa... abrió el librito que siempre portaba, llamado “TRABAJOS INGRATOS” y escribió el nombre del niño que acababa de asesinar, justo debajo del nombre de su padre...

P.S.: GRACIAS a @ErurielMinai (síganla, no tiene desperdicio) por prestarme los derechos de publicación del dibujo, así como al mismo por la inspiración del relato.